lunes, 23 de abril de 2012

PERDÓN POR EL RETRASO

[NOTA DE PUBLICACIÓN: Previsto para antes de Semana Santa, pero se publica en el día de hoy, por ser más conveniente]

Lo dicho, debo pedir disculpas al Administrador por haber tardado tanto en escribir algo, pero esta vida moderna, las ocupaciones, los estudios, los contratiempos y demás… son una losa importante que solo ante un alarde de inspiración pueden ser superados.





Ante todo, os diré que creo que hay varias Semana Santa de Cáceres: la de la Fé y la de la Religión, pero también la de la Tradición, la Cultural, la Antropológica, la Artística o la de los Sentidos, o simplemente la de los recuerdos de la niñez, sobrecogido al amparo del abrazo protector de tus padres. Tanto los que estamos dentro como los que la ven desde fuera percibimos en ella aquello que cada uno vé, lo que su yo personal les hace ver, y por eso despierta en nosotros sentimientos por fortuna muy diversos; pero éstos, aún dormidos, deben estar dentro de nosotros, sean cuales sean, o de lo contrario no habrá nada que despertar. Uno de nuestros objetivos debería ser conseguir desempolvar y remover en los demás y en uno mismo esos sentimientos y emociones, fundamentalmente con nuestras procesiones y actos, pero también con nuestro ejemplo diario (frase retóricamente intachable pero muy, muy difícil de llevar a la práctica) y hacer que cada uno, los de fuera y los de dentro, saque a la luz esos sentimientos, sean los que fueren. Dicho esto, estoy convencido de que, aunque no parece que sea lo suyo, no hay nada malo en que alguien viva nuestra Semana Santa desde sólo la pura tradición cultural, o de remembranza patriarcal, sin que incluso participe activa y habitualmente -con su vida cotidiana- en los hitos y ritos de nuestro Cristianismo, y que incluso ese alguien podría también ser ejemplo para los demás con su comportamiento. Quizás sea justo reconocer que el esfuerzo de unos y de otros, más o menos religiosos, mas o menos “practicantes” (concepto que enmascara un lujo extraño que no todas las religiones se permiten), sería inútil sin la participación de todos, cada uno a su nivel, con su propio grado de compromiso, con su propia forma de vivencia y participación y con su mayor o menor ejemplo interior y exterior.











A todos nos une el mismo amor, e incluso en muchos casos pasión, por lo que estamos representando y por lo que experimentamos esos días, y participo de la muy contradictoria idea de que, si bien sería lo propio hacer esa catequesis durante todo el año con nuestros actos y con nuestro ejemplo, sin embargo para muchos es sólo en esa Semana Grande cuando esos sentimientos explotan y se renuevan, les deleitan con las emociones e inundan sus sentidos: el olor a flores, a incienso, el sonido de las horquillas sobre la piedra, la música, el olor a siglos de Historia… el olor a Cáceres en Semana Santa del que en otra ocasión he hablado. El sólo hecho de vivirla y sentirla profundamente merece nuestro respeto, en estos tiempos que nos ha tocado vivir, donde lo material ha apartado cuasi definitivamente a la participación desinteresada, al esfuerzo por que todo salga bien sin más recompensa que tu satisfacción interior (que se sublima, para mi, si todo eso lo haces con la cara tapada) o con la satisfacción exterior de haber hecho brotar en los demás, con tu pequeño granito de arena, un lamento, una oración, una lágrima, el recuerdo de un ser querido, de conseguir con tu sacrificio arrancar una emoción, una saeta, una mirada, un silencio, el estremecimiento de alguien … el escalofrío que sientes, como viento helador de primavera, al ver bajar un Crucificado por nuestro Adarve, auténtica Vía Dolorosa que, de tanto verla, apenas sabemos apreciar y valorar como sí lo hacen los que nos visitan…





Es por ello que me desconsuela comprobar cómo sentimientos inequívocamente profundos y hermosos se confunden con actitudes que, aunque merezcan el respeto que hemos de profesar a la diversidad, responden al mismo con el desprecio al propio respeto, basado, sobre todo, en la descalificación, en el fanatismo o en la ignorancia. Sé que cometo un grave error entrando al trapo de comentarios de blog o chat emitidos por gente que, confundiendo el verdadero valor del anonimato, juzga a otra gente sin conocerla, ocultos tras las digitales cortinas de un seudónimo, pero lo voy a hacer. Como mejor ejemplo, un botón: cuando Ignacio Blanco Palacios (una vez finalizado su mandato) dejó la Mayordomía de la Cofradía de las Batallas hace cuatro meses de Mayo, se publicó en un diario regional un breve artículo periodístico con entrevista donde éste aparecía en una fotografía realizada junto al Cristo de las Batallas. Siendo frecuente que los lectores digitales emitan sus comentarios sobre cualquier nota, noticia o artículo, alguien -un iluminado- escribió: La foto que ilustra la noticia es, al menos, irreverente. No entiendo cómo el Mayordomo de una cofradía acepta que le hagan una foto dando la espalda a su imagen titular y situándose a la misma altura. Esto habla de la nula cultura cofrade del Mayordomo, de la poca ortodoxia de la cofradía, de la irrelevancia de la misma y de sus titulares... En fin, en una foto, todo un tratado de ineptitud. Si a mi Hermano Mayor se le ocurre hacer eso con La Señora de la Amargura, Sevilla, que digo Sevilla, España se le queda chica para esconderse. Por más veces que lo leí, no encontré respuesta a una afrenta que consideré personal hacia mí y todos mis hermanos de la Cofradía, y ¡qué digo¡, de cualquier Cofradía.














Buscando un resquicio que me permitiera comprender la respuesta, no era capaz de imaginar cómo alguien podía erigirse en ariete de la ortodoxia y además calificar la de mi Cofradía, ninguneando desde su sevillana atalaya la relevancia de la Cofradía y la de sus Titulares… pero no tardé en comprender que yo estaba en el bando bueno, en el bando de la gente normal que siente orgullo por lo suyo sin menoscabo de lo de los demás, porque el “ignorante ortodoxo” “valedor de la pureza” y “luchador contra la irreverencia” desconocía, a pesar de su gran cultura, que su Señora de la Amargura de Sevilla, que es también mi Virgen de los Dolores, de la Esperanza o de la Soledad, debería estar llorando de rabia e impotencia al comprobar que su propio Mensaje, y el de su Hijo, no habían calado (sino todo lo contrario) en su “culto y valiente” pupilo, que en un simple comentario había escrito realmente todo un tratado de ineptitud apelando precisamente, y en vano, al nombre de Nuestra Señora.





Situaciones como éstas, donde no es infrecuente ver cómo valientes seudónimos utilizan la descalificación personal, el insulto o la crítica gratuita como herramienta para esconder su propia insignificancia, su equivocado sentido del significado de la Semana Santa, su escandalosa mediocridad o incluso su mal disimulada envidia, no hacen sino ratificarme en cuan espinoso es el camino, y en la idea de que mi esfuerzo, nuestro esfuerzo, está bien encaminado si lo dedicamos, desde el sacrificio personal, a hacer que la gente normal disfrute, sienta, viva e incluso participe, cada uno a su escala, de nuestras procesiones. Arrancar ese sentimiento o esa lágrima efímera (ajena o propia) hace que merezca la pena todo el esfuerzo, y compensa con creces los sinsabores que, por estar propiciados por gente sin valía y sin Valor, merecen, desde el respeto, mi desaprobación.





Y, por último, manifestar mi admiración por todos y cada uno de los que, desde su granito de arena, han hecho (mirando atrás) y hacen en la actualidad algo (grande o pequeño, llamativo o no, reconocido o no) por nuestra Semana Santa.





Quizás no esté muy de acuerdo en algunos de los postulados, o nada de acuerdo en las peregrinas confrontaciones que a menudo surgen, de ésta o aquella persona, pero ello no resta un ápice de mi admiración y respeto, aunque no haya sido hasta que no lo sufrí en mis carnes que no hubiera descubierto el verdadero valor de dicho sacrificio…mea culpa.





Y, desde aquí, suerte a todos, y sobre todo a la Hermandad Universitaria de Jesús Condenado, ese Cristo de los Adarves que esperemos nos va a dar imborrables estampas (por fuera y por dentro de uno mismo) si Dios quiere que, tras esta impenitente sequía, no nos caiga el Cielo sobre nuestras cabezas como viene siendo habitual en los últimos años.

sábado, 13 de agosto de 2011

2011-04-29 A MODO DE RESUMEN

Escribo estas líneas observando cómo una semana después ha vuelto a llover, y éste ha sido, a juicio de todos, el elemento definidor de la reciente Semana de Pasión, elemento para el cual, empero, no se ha inventado hasta la fecha poción mágica alguna que nos permita dominar a nuestro antojo las veleidades del clima, quedando por tanto a la voluntad de Él la posibilidad de que podamos o no honrarle en las calles cacerenses. Sin embargo, no debemos olvidar que son muchas las formas de honrarle y predicar su Mensaje, ésta semana, y la siguiente, y la siguiente, pero aunque es cierto (y desde estas líneas se ha insistido en ello en alguna otra ocasión) que hay que hacer profesión de Fe todo el año, y que los actos y nuestra propia actitud cofrade deben permanecer activos en el calendario sea cual sea el color del día o la posición del mes en el zodíaco solar, soy de los que piensa que la Semana Santa es algo especial, y que su ausencia en las calles, aunque sea parcial, nos deja un pequeño vacío, un sabor extraño que sólo puede ser endulzado de alguna manera con la esperanza de que pronto llegue la del año próximo.

Pocas son las conclusiones que pueden sacarse de los actos que no se han celebrado, salvo el buen criterio -a mi juicio- demostrado con la prudencia. Yo particularmente soy partidario de que si no está lloviendo en el momento de la salida y las previsiones son razonables, se debe salir, aún sin perjuicio de tener un “plan B” por si acaso, pero en los casos que hemos conocido y vivido no había esperanza razonable y se ha hecho lo correcto casi sin excepción.

Por otra parte, de las Hermandades que sí han podido procesionar destacaría algunas cosas:

  •  Batallas: a mi juicio, una de las beneficiadas por la climatología para compensar los continuos sinsabores que se han sufrido de forma reiterada. No puedo esconder mi profunda alma “batallera” y mi predilección por esta Cofradía. Se ha dado la circunstancia de que por una parte se ha hecho un recorrido bastante ejemplar el Lunes, y mis noticias son que la Salud también lo ha hecho… el tiempo va a corroborar, al parecer y afortunadamente, la idea de que estas dos procesiones, en sus estilos radicalmente distintos, no van a “hacerse la competencia”, sino a complementarse de forma muy interesante, llenando la noche de gente por las calles en busca de ese contraste que enriquece sin mermar al “contrario”; además, el buen ambiente entre las respectivas Directivas -que pude comprobar- me llenó de satisfacción, y creo de verdad que aquí puede haber un foco de atención y atracción muy importante para el futuro, toda vez que, además, ya se han desterrado definitivamente las absurdas e injustas acusaciones de unos cuantos en cuanto a la más veterana de las dos, aunque aún quede por ahí algún iluminado o resentido al cual no puedo de ninguna forma comprender, aunque sí respeto. Por otra parte, el Sábado Santo vi en la calle más gente que nunca, gente anhelante de procesión, de rito, de silencio… es éste un recorrido silencioso, casi intimista, un pequeño homenaje para nosotros mismos que espero se difunda cada vez más entre propios y extraños y que corona la noche de vísperas con una recogida (casi, casi como la salida del lunes) realmente emotiva, digna de respirarse, de disfrutar y vivir.

  • Nazareno. Una lástima lo del Viernes, sobre todo porque hubiera sido una bonita despedida al actual Mayordomo. Este año he visto los pasos con una decoración más exquisita que casi ningún otro, pero como no me gusta irme de vacío, y aún con la tristeza del momento, intenté disfrutar cada segundo de la inmensidad de sentimientos que nos pueden llegar a coronar esos minutos de olor a flores por la mañana, y esos minutos de tensión, de ebullición, de recuerdos de muchos años, de mezcla entre el sinsabor del “no ha podido ser” y la satisfacción del “estoy cada vez mayor, pero he estado aquí para vivirlo” que disfruté en la madrugada. En cuando al domingo, y respetando absolutamente las decisiones ajenas (jamás criticaré una decisión de nadie que la tome, porque lo he sufrido en mis carnes y sé el trabajo que hay detrás de cincuenta semanas de espera), pienso como muchos que el recorrido es un poco largo, y que podría disfrutarse tanto o más con otra orientación, itinerario y programación. Queda la inmensa expectativa de las elecciones futuras, no es cualquier cosa (como sucede igualmente con el Cristo Negro), y espero y deseo que sea cual sea el candidato ganador, tenga la fuerza, ventura, apoyos y suerte necesarios para impulsar el rumbo y velocidad de la Cofradía, corrigiendo las pequeñas cuestiones que, como en todas las familias, podrían ser mejoradas.
  • Jesús Condenado. Si, si, la nueva, la Hermandad Universitaria de Jesús Condenado. Creo que promete, porque no es un proyecto, sino ya una realidad. Existen suficientes indicios de que puede ser muy atractiva, suficientemente diferenciada del Cristo Negro para evitar suspicacias, distinta… he comprobado “run, run…” en los hermanos, y creo que puede conseguir su objetivo si se hacen las cosas bien.
Próximamente continuaré con algún comentario más sobre otras Hermandades. Saludos Cofrades.

HOY ES UN DIA DE FIESTA

Sólamente apuntar que hoy es un día grande para la Semana Santa de Cáceres, con la declaración de Interés Turístico Internacional aún calentita en el horno, fruto del esfuerzo de muchos durante mucho tiempo, y del ingente esfuerzo de unos pocos en este tiempo reciente, a quienes, estos últimos, no sabremos agradecer nunca suficientemente lo que han hecho.

Adicionalmente nos congratulamos de la creación de una nueva Hermandad, de Jesús Condenado, que promete (a pesar de los comentarios digitales que ya se están viendo por ahí, respetables pero poco informados, promete). Ánimo a sus creadores, que en estos tiempos no sólo merecen el reconocimiento de la fuerza demostrada por sacar algo tan dificil adelante, sino nuestro apoyo, o al menos si no se les va a apoyar, el respeto.

Qué casualidad que haya alguien que tiene mucho que ver en las dos noticias, ¿no?

SIN ELLOS NO ES LO MISMO


Viene a colación este breve comentario con ocasión de que conforme van pasando los días y se acerca la Celebración va aumentando el número de actos que nos advierten de lo que se aproxima en el calendario, a la vez que comienzan a divulgarse en los escaparates cacerenses los primeros pero ya numerosos carteles de algunas Cofradías, que con carácter general han ido ganando en aceptación y calidad con el paso de los últimos 6-8 años, siendo en general éstos elementos -para mi humilde opinión- de una calidad muy reseñable, aunque me cueste un poco más otorgar tal calificación a los pocos ejemplos que abusan del PHOTOSHOP o herramientas similares, de las cuales no soy, como buen pero muy escasamente iniciado aficionado a la fotografía, nada partidario.

Existe otro signo de acercamiento que abre camino cofrade en nuestras mentes, o al menos en la mía, cual es ver cómo se aceleran exponencialmente las noticias y comentarios en la prensa, y particularmente las reseñas en los diversos foros, blogs y en general páginas web en las que, a mi juicio, se ha dibujado sin embargo un descenso en la participación de tres años para acá, hasta el extremo de que el volumen de tales encuentros virtuales no es ni remotamente parecido al que podía encontrarse en los dominios de GOOGLE hace escaso tiempo… A pesar de ello, y con permiso de mi compañero de tribuna Angel M. Rojo Lopo, a quien saludo desde aquí, hay una pluma que destaca sobre todas las que en uno u otro sentido desarrollan -con mayor o menor éxito- sus destrezas, y esa es la de José María Ávila, que sabe escribir y describir como nadie las sensaciones, los momentos y los aromas, y que tiene amaestradas en su tinta a las hormigas que recorren nuestro cuerpo en forma de palabras sobre un papel o sobre una pantalla radiante, haciéndolas emotivas, cálidas unas veces, o profundas, irónicas, denunciantes y duras otras, sin que por ello pierdan ni un ápice de su intensidad. Da gusto leerte, sea lo que sea aquello que escribas, así es que sigue haciéndolo para nuestro deleite, compañero…

Es el caso de José María Ávila Román el de ese puñado largo de personas a los que identificamos inconscientemente con la Semana Santa, y me congratula pensar que es un puñado muy largo, que para ser contado hacen falta los dedos de muchas manos (cada vez más). Supongo que cada uno tenemos unos rostros especialmente particulares en este cajón de sastre… yo desde aquí me acuerdo, además del mencionado hoy y del anteriormente citado Antonio Ramos Lillo, de Nacho Blanco, a quien las críticas de algunos han tratado tan mal en medios digitales a pesar de la enorme (y no bien valorada) labor que hizo y el riesgo que asumió en la renovación de la Cofradía de las Batallas, o de Fernando Montes, a quien todos buscamos con el rabillo del ojo para ver si está por aquí cerca (haciendo fotos o cualquier otra cosa, da igual), momento en el cual podemos decir tranquilos aquello de … ¡que salga la procesión¡… un caso especial es el del Borrasca, sin cuyo rasguido estremecedor en forma de saeta la salida del Cristo Negro no sería igual, pareciendo que el Señor se inclina sobre su Cruz para escucharle mejor entre las sombras de los hachones que iluminan nerviosos sus pasos sobre las inclinadas rampas del Adarve… o el de Santos Benítez Floriano, que es una de las barbas más amables y educadas que pueda uno encontrarse coronando un hábito de cualquier color… incluso nuestro querido Garci (aquí me sale la vena de la Oración en el Huerto), sobre el cual revoloteamos minutos antes de la procesión las mismas caras de todos los años preguntando aquello de ¿qué turno lo saca, Garci? mientras él guarda no se sabe dónde las rutinarias papeletas de asistencia… del único turno de siempre…  Podría decirse que hay muchas personas que contribuyen más que nosotros, el común de los mortales, a engrandecer -cada uno a su manera- la Semana Santa, y en ellas también hay chicas, por supuesto… me acuerdo también de las caras anónimas de todas aquellas que, cargando para la Cofradía de la Sagrada Cena, nos dan a los hombres una lección de coraje cada año, cada Jueves Santo, resoplando, metiendo el hombro como el que más, como una sola, camino de Santiago… en este mundo que nos ha tocado vivir, de rencillas, envidias, roces, resquemores, reproches, vanidades e hipocresías vanas (qué larga lista, lástima), de la cual la Semana Santa lamentablemente no es ajena, les pediría desde esta sencilla tribuna a todos/as ellos/as, a los que he citado y a los que se han quedado en el tintero, que no falten este año, ni ningún otro, que sigan ahí para darnos ejemplo, porque sin vuestra presencia… no sería lo mismo.

OLOR A SEMANA SANTA

Llegada esta época me viene a la mente el recuerdo de cuántas veces he coincidido con mi admirado Antonio Ramón Ramos Lillo y, como único pero amistosamente suficiente saludo, hemos intercambiado -acompañado de un leve gesto con las manos- un breve pero expresivo ¡ya huele, ya…¡. ¿Ya huele?... En este punto, hago mía una de las proclamaciones que se difunden -sobre fondo de fotografías antológicas- en el maravilloso vídeo promocional que se puede disfrutar en el Centro de Divulgación de la Semana Santa de Cáceres… en él se habla del olor a la Semana Santa de Cáceres, algo que yo identifico en verdad y que todos sentimos, aunque no lo sepamos...

Salvo algún año despistado en el que el calendario nos traiciona con la Luna llena de primavera a deshoras, lo habitual es que cuando ya hemos cumplido con el obligado rito del cambio de horario y nuestras tardes se llenan, de repente, de luz, parece que en un solo día nos encontramos de bruces con que en nuestra madre Extremadura, como sabemos, no existen los términos medios ni casi las primaveras, y que pronto comenzará a hacer calor, que el besapié del Nazareno ya nos ha despertado de nuestro sueño invernal, Cánovas se llena de gente, los fines de semana retoman su hormigueo de turistas descubriendo la ciudad monumental, y las chovas, estorninos y mirlos llenan con sus gritos de celo los muros del Adarve, convertidos en mágica banda sonora de la Plaza de San Jorge o del Foro de los Balbos… Pero navegando por el personalísimo mundo de las sensaciones físicas que adornan la Cuaresma (las espirituales merecen una reflexión mayor), es el olor de las tan mediterráneas escobas de flor blanca que pastorean entre los berrocales cercanos (para los del gremio, Cytisus Multiflorus) el que me hace sentir que ya está aquí, aquí mismo, la Semana Santa, que las notas de Macarena o Madrugada que mentalmente he tarareado tantas veces en silencio ya no son un espejismo, y resuenan a lo lejos traídas por los vientos del Ferial o de la Plaza de Toros.

Supongo que deben ser los aromas de brezo que desde hace años embriagan los minutos previos a la cuidada y tensa salida de la Oración en el Huerto, o la incomparablemente hermosa sinfonía de olor a flores frescas e intensas que la mañana del Jueves Santo enraízan y se anudan profundamente en la madera de los pasos de la Madrugada, prestos a ser engalanados con esmero por un ejército febril de manos inquietas e ilusionadas… quizás el amable y sutil aroma de las flores  de blanco luto que acompañan -a modo de angelotes- a la Virgen de los Dolores en la mañana de los lunes antes de la emoción del desfile allá en la tarde… hay muchos ejemplos para convencerme de que ese que podría considerarse disparatado argumento, ese del olor a Semana Santa de Cáceres, es uno de los elementos imprescindibles sin el cual nuestra celebración no sería, insisto desde el material punto de vista, igual.

Como tantas y tantas cosas que no se pueden explicar, como la emoción, como el silencio, como los fríos del Adarve en el rostro, sólo hay que sentirlos y disfrutarlos… como un rito más, un elemento más, una razón más para descubrir o para enamorarse de nuevo de nuestra varias veces centenaria conmemoración de la Pasión, y yo invito a los que aún no lo han hecho a que este año llenemos nuestro interior de Olor a Semana Santa, y lo disfrutemos… pensemos que, sean muchas o pocas (habrá que ver los efectos de la crisis) han sido puestas ahí no por azar o como simple adorno, sino para intentar mitigar el sufrimiento del Señor aunque sea con un leve, casi fugaz aroma de nuestras flores que alivie su agitada respiración camino del Calvario.  

LA INTERNACIONAL

Inicio esta singladura digital agradeciendo a Eloy Hernández Paz la invitación que me ha formulado para poder compartir con todos -desde este blog- vivencias, comentarios, opiniones, emociones y otro tipo de asuntos relacionados principalmente con nuestra querida Semana Santa de Cáceres, queriendo sentar las bases de que, por mi parte, cualquier opinión será respetada absolutamente de forma que todas ellas sean publicadas, sin excepción, en este espacio, salvo el mejor criterio del Administrador. Quisiera confiar en que mi opinión sea igualmente respetada por todos, pilar en el que quiero estar totalmente convencido a pesar de que la comunicación digital, a poco que uno navegue por ahí y eche un vistazo a los comentarios que se vierten, puedan sembrar dudas al respecto… el proceloso mundo de los comentarios digitales a noticias e informaciones de prensa (por lo general) no merecería ni un pequeño espacio en este blog si no fuera por una cuestión no baladí que será objeto de futuras y próximas entregas, como es el anonimato en la agresión, en el insulto y en la descalificación digitales… hablaremos pronto de eso.

No pueda parecer que me refiero en el presente texto a la conocida marcha revolucionaria… sino a la obtención de declaración de interés turístico internacional para la Semana Santa de Cáceres. He podido tener acceso al expediente de forma parcial, aunque bastante razonable, pero sobre todo he podido conocer en profundidad el trabajo realizado para la confección del dossier. Creo que debería hacerse una doble consideración: una cuestión es si se debe obtener tal galardón, y otra bien distinta, hablando en términos coloquiales, si nos la merecemos.

Al primer aspecto responderé que sí, porque el reconocimiento oficial viene regulado por el cumplimiento de determinados preceptos establecidos en un Real Decreto específico, de forma que si se cumplen todos no hay, a mi juicio, más salida que la declaración positiva, a pesar de que el cumplimiento de alguno de dichos preceptos pudiera ser interpretable o no objetivable. Por ello, considero que el dossier cumple sobradamente (de forma contundente, diría yo) con los requisitos exigidos, y debe obtener el premio de la declaración positiva.

Cuestión aparte es el merecimiento (o no) de tal galardón. Todos los que amamos a nuestra querida Semana Santa (incluso aquellos que simplemente intervienen en ella sin más, desde dentro o desde fuera) tenemos opinión propia, criterios particulares y ejemplos que nos harían entrar en una discusión estéril si tuviéramos la oportunidad de arrojárnoslos a la cabeza, tanto a favor como en contra… En mi opinión, si se consigue la declaración, será en ese momento cuando debamos demostrar no sólo que hemos cumplido los requisitos, sino que nos lo merecemos de verdad. Todo lo pasado hasta ahora es pasado, debemos hacer lo que esté en nuestras manos para que aquello que la hace grande sea ensalzado, y aquello que la afea sea mejorado y corregido, y eso es y será labor de todos, de los que crean que lo merecemos y de los que crean que no, de los de dentro y los de fuera.

Pero no sólo la hacen grande y la afean los pasos, las flores o las zapatillas de deporte y los chicles… sino también nuestro comportamiento cívico, nuestro Hermanamiento, nuestras rencillas, nuestras grandezas y miserias cotidianas. En mi opinión, la procesión del Santo Entierro Magno del pasado año fue un excelente punto de partida que presagia que podríamos perfectamente ganar la batalla del merecimiento (la que se libra después de la declaración), pero sólo si todos estamos de acuerdo y queremos, podremos convencer a los demás, y a nosotros mismos, de que no sólo la merecíamos antes de la declaración, sino que han acertado en su decisión. Nunca dejaremos de ser personas, y por tanto seguirá habiendo críticas, envidias, comentarios, reproches, problemas sin resolver… pero, aún no sabiendo separar todo esto de aquello por lo que realmente nos movemos en cada Pascua (¿la fe, nuestra condición de cristianos, la devoción tal vez, o aunque sea la tradición cultural?), hagamos lo posible por conseguirlo, de forma que Él esté orgulloso de nuestro comportamiento cofrade, sea internacional o no.